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Historias de Sábado: “Convirtió su dolor en Arte” * Por Eco

  • FRIDA KAHLO (MAGDALENA CARMEN FRIDAKAHLO CALDERÓN) nació el 6 de julio de 1907 en la Ciudad de México, en la casa que fuera propiedad de sus padres desde 1904, y que hoy se conoce como la Casa Azul. Hija de Wilhelm (Guillermo) Kahlo, de ascendencia alemana, y de la mexicana Matilde Calderón, Frida fue la tercera de cuatro hijas de este matrimonio. Matilde y Adriana, fueron las mayores y Cristina, la menor.

A los seis años Frida enfermó de poliomielitis, por ello su pierna derecha le quedó más corta; eso fue motivo de burlas, sin embargo no impidió ser una estudiante inquieta y tenaz. Realizó sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria.

  • Su vida entera estuvo marcada por el sufrimiento físico. A los 6 años enfermó de poliomielitis que afectó su pierna  derecha. A 18 años, el 17 de septiembre de 1925, Frida tuvo un trágico accidente. El autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía. Las consecuencias fueron terribles para ella: su columna vertebral quedó fracturada en tres partes, sufrió además roturas en dos costillas, en la clavícula y tres en el hueso pélvico. Su pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho se dislocó, su hombro izquierdo se descoyuntó, y un pasamanos la atravesó por la cadera izquierda hasta salir por la vagina.

Esta desgracia la marcaría de por vida y sería un hecho que posteriormente reflejaría en sus cuadros. Frida estuvo sin poder caminar durante tres meses y sufrió treinta y dos operaciones. Estando en cama le facilitaron un caballete especial para poder pintar, y un espejo colocado en la parte superior le permitía verse a sí misma  para hacer sus autorretratos, que fueron sus primeros cuadros. Decía, “me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola, y porque soy el motivo que mejor conozco”.

  • Pese a la adversidad destacó un gran amor por la vida, por el arte, por su país y por la tormentosa relación que mantuvo con su marido el reconocido pintor muralista mexicano, Diego Rivera. Nadie que conocía a esta mujer de figura diminuta, delicado aspecto y salud frágil, podía imaginar que se convertiría en una de las pintoras famosas de la historia y un referente social y cultural de México y fuera de sus fronteras.

Influida por las ideas del nacionalismo revolucionario de su país, Frida vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados con cintas de colores, y collares y pendientes de estilo precolombino. Así la encontramos en Autorretrato como Tehuana, de 1943, donde se representa como mexicana “auténtica” y acentúa sus rasgos mestizos (tenía sangre española, india y alemana), o en el Autorretrato con monos, del mismo año, en el que su figura aparece recortada sobre plantas selváticas y rodeada de animales.

  • En 1927, su pintura se volvió más compleja y discutida en los ambientes artísticos e intelectuales, que ella frecuentaba. A través de un dirigente estudiantil muy admirado por ella, conoció al comunista cubano Julio Antonio Mella que vivía exiliado en México con su pareja de origen italiano, la fotógrafa Tina Modotti. Frida y Tina se hicieron amigas y esta última empezó a llevar a Frida a reuniones políticas del Partido Comunista de México en el que su futuro marido, el pintor Diego Rivera, militaba desde 1922.

En una de esas frenéticas reuniones del Partido Comunista de México, Frida conoció a Rivera. Enamorados se  Instalaron en la llamada ‘Casa Azul’ de Coyoacán, donde vivieron una tormentosa e intensa relación, que pasó por infinitas crisis de pareja provocadas por infidelidades y divorcios, aunque también con un gran protagonismo del arte y el amor.

  • La artista contrajo matrimonio con Diego Rivera el 21 de agosto de 1929. Frida y Diego empezaron a celebrar grandes fiestas en su casa de Coyoacán, donde alojaron a personajes famosos que huían de los conflictos políticos de sus países. André Bretón o León Trotsky asistieron a estos eventos, que Frida aprovechó para entablar algo más que una amistad con el político y revolucionario ruso. La relación entre Frida Kahlo y Diego Rivera estuvo literalmente marcada por infidelidades mutuas y peleas cotidianas.

Pero las desgracias para Frida estaban lejos de terminar. En 1930 tuvo un primer aborto a causa de las lesiones en la pelvis sufridas en el accidente de autobús, y en 1932 cayó en una profunda depresión de la que ya no se pudo librar tras sufrir un segundo aborto. Este dolor y tristeza constantes los plasmó en una de sus obras: Hospital Henry Ford. También tuvo que enfrentarse al lío amoroso que su marido tuvo con su propia hermana, Cristina.

  • En 1953 sufrió un golpe del que ya no se recuperaría: tuvieron que amputarle la pierna por debajo de la rodilla debido a una gangrena. Esto lo asumió en una gran depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones, utilizando para ello los opiáceos que le habían prescrito. Durante ese tiempo, Frida escribía poemas en sus diarios, la mayoría relacionados con el dolor y el sufrimiento.

El 19 de abril de 1954 ingresó en el Hospital Inglés tras otro intento de suicidio y, aunque escribió en su diario que no volvería a recaer, el 6 de mayo tuvo que ser hospitalizada de nuevo por el mismo motivo.

  • Poco antes de su muerte Frida afirmó: “Cuando muera quemen mi cuerpo. No quiero ser enterrada. He pasado mucho tiempo acostada ¡Simplemente quémenlo!”. La lluvia despidió el 13 de julio de 1954 a Frida Kahlo, que para su entierro había sido vestida con un traje típico mexicano y con la mano derecha colocada sobre su pecho. Su cuerpo fue introducido lentamente en el horno crematorio y sus cenizas fueron conservadas en su Casa Azul de Coyoacán, lugar que también la vio nacer. Su último cuadro se exhibe en el Museo Frida Kahlo. Se trata de un óleo que muestra varios cortes de sandía en tonos muy vivos. En uno de estos trozos y junto a su firma se puede leer: “Viva la vida. Coyoacán, 1954, México”.

Su pasión por la vida y sus ansias de libertad, minadas por sus graves problemas físicos, se resumen en estas palabras de la propia Frida: “Pies para que los quiero si tengo alas pa’ volar”.

Actualmente sus cuadros son vendidos por elevadas sumas millonarias. El último, “Diego y yo” fue  adquirido por 35 millones de dólares, convertido en la obra latinoamericana más costosa.