Historias de Sábado ◇ “Maltrataba a sus mujeres y las desfiguraba en sus cuadros”
- Picasso el pintor más importante del siglo XX amaba a sus mujeres de manera obsesiva, y cuando la relación decaía las deformaba en sus cuadros.
“Gran desnudo en un sillón rojo”, fechado en 1929, muestra a una Olga con una expresividad totalmente inhumana y violenta, que parece aullar de forma desesperada y dolorosa. Dicho cuadro, también presente en la exposición, coincide con uno de los momentos más complicados del matrimonio entre Khokhlova y Picasso.
Marina Picasso nieta del pintor y de Olga la ex bailarina rusa, asegura en un documental, que su abuela jamás manchó la imagen del artista malagueño, pese al sufrimiento que le acarreó. “Sufrió por él y por su arte”.
A su vez, también comenta, cómo su abuelo no solo maltrató a Olga, sino que eran actitudes recurrentes con todas las parejas que tuvo a lo largo de su vida: “Tenía la necesidad de maltratar a sus mujeres para mostrar su pasión hacia ellas”.
- Françoise Gilot, pintora francesa que aún vive a pesar de su avanzada edad, fue la única mujer que abandonó a Picasso. Jacqueline Roque, segunda esposa de Picasso, se suicidó en 1986 y Marie-Thérèse, la amante con la que nunca llegó a casarse, se quitó la vida en 1977. En cuanto a Olga Khokhlova el 11 de febrero de 1955 falleció de cáncer en la ciudad de Cannes. Pablo Picasso no se presentó al funeral.
En sus memorias, Marina Picasso, la controvertida nieta del pintor, detalla contundentemente el modo en que el malagueño absorbía la esencia de las mujeres de su vida: “Las sometía a su sexualidad animal, las domesticaba, las hechizaba, las devoraba y las aplastaba en sus lienzos. Después de pasar muchas noches extrayendo su esencia, una vez desangradas, se deshacía de ellas”.
- Una definición cercana al maltrato que no se anula cuando se lee lo que Arianna Huffington escribió y publicó en 1988 en su libro ‘Picasso: creador y destructor’. En sus páginas se asegura que el pintor y escultor malagueño quemaba con cigarrillos a Marie-Thérèse, a la que, además, llevó de vacaciones hospedándola (aprovechándose de su corta edad) en un campamento de verano para niñas, ya que de ese modo se alimentaba su ego al romper el tabú de estar con una menor. En las páginas de este libro también se recoge que, durante el tiempo que duró su relación, golpeaba con frecuencia a Dora Maar hasta dejarla inconsciente, y son varios los testigos que afirmaban haber presenciado las palizas a las que Picasso sometía a la fotógrafa y artista.