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El Presidente Santos en el seminario de la Esap para nuevos alcaldes y gobernadores

SIG

 Bogotá, 4 dic (SIG).

Decirles primero que todas felicitaciones. Ustedes se ganaron esa muy importante posición que cada uno de ustedes va a sumir el próximo 1° de enero. Es una gran responsabilidad.

Y lo que yo quisiera el día de hoy es hablarles brevemente de cómo podemos trabajar juntos, que es una condición absolutamente necesaria para que a ustedes les vaya bien.

Y si a ustedes les va bien, a mí me va bien, al Gobierno le va bien, al país le va bien. Por eso tenemos que trabajar juntos, trabajar unidos, trabajar coordinados alcaldías, gobernaciones y Gobierno Nacional.

Y qué bueno hacerlo dentro de este marco de la Esap, la Escuela de Administración Pública. Ya me siento yo, no en el posconflicto sino en el posgobierno. Que he dicho siempre que yo quiero ser profesor. Ya estoy entrenándome para ser profesor, Aquí y veo una cantidad de alumnos muy importantes en el día de hoy.

Quiero decirles que lo que ustedes van a hacer a partir del 1! de enero es de gran trascendencia para el país, porque ustedes van a asumir el poder en sus respectivos municipios y departamentos en un momento histórico, en un punto de inflexión de nuestra historia y de ustedes va depender hacia dónde se encamina nuestro país.

Se van a abrir oportunidades insospechadas, se van a abrir ventanas que nunca creíamos que fuese posible abrirlas. Pero depende de todos nosotros que esas oportunidades, esas nuevas ventanas, las podamos realmente aprovechar.

Quisiera brevemente hablarles sobre la coordinación con el Gobierno Nacional.

La Esap, la Escuela de Administración Pública, debe tener como una de sus  normas fundamentales –cualquiera de sus estudiantes– los principios del Buen Gobierno, principios que yo personalmente he defendido hace mucho tiempo. Inclusive fundé  una fundación con ese nombre, del Buen Gobierno.

Y el Buen Gobierno tiene unos valores, un procedimiento, unas formas de actuar que deben estar siempre presentes en el buen administrador público: la eficiencia, la efectividad, la transparencia, la redición de cuentas.

Y para ser efectivos y para ser eficientes se requiere, por ejemplo, que los gobiernos, en los diferentes niveles, actúen de forma coordinada.

Y este es mi primer mensaje a ustedes. Es muy importante –muy importante– que en los planes de desarrollo que ustedes les van a someter a sus respectivos concejos o las asambleas departamentales, esos planes sean consecuentes con el Plan de Desarrollo Nacional.

Si tenemos los mismos objetivos, si tenemos las mismas inquietudes, si nos encauzamos por el mismo camino, vamos a poder obtener resultados.

Si por el contrario, como ha sucedido tantas veces en la historia de nuestro país,  los alcaldes –o algunos alcaldes–, los gobernadores –o algunos gobernadores– van por su propio camino, muchas veces a contrapelo de lo que va el Gobierno Nacional, no es posible de obtener resultados.

Por eso yo le he dicho a Planeación Nacional que tenga un equipo disponible para ayudarles a todos  ustedes y que les den toda la información para que en la presentación de ese plan de desarrollo a nivel municipal o a nivel departamental,  se incluyan esos ingredientes fundamentales que tenemos nosotros en el Plan de Desarrollo a nivel nacional.

Porque si estamos alineados se crea lo que se denomina una sinergia. La sinergia es cuando uno más uno suma más de dos.

Cuando los alcaldes y el Gobierno Nacional, los gobernadores y el Gobierno Nacional, están trabajando juntos, esos esfuerzos mancomunados, coordinados,  producen más resultados, inclusive que estuviéramos actuando en forma independiente, así vayamos por el mismo camino.

De manera que es muy, muy importante que ustedes tengan muy claro cuáles son las prioridades, los objetivos que ustedes mismos quieren para sus municipios.

Y cómo esas prioridades y esos objetivos se pueden alinear con el Gobierno Nacional.

Y eso es muy importante también, esa palabra priorizar.

Tenemos una situación económica diferente a la que tuvieron sus antecesores. En los últimos cuatro años tuvimos una situación económica holgada.

La Reforma de las Regalías, que hicimos aprobar en el Congreso y que el Congreso generosamente aprobó también, le permitió a muchísimos municipios tener recursos que antes no tenían, hacer inversiones que antes no podían hacer.

Esos recursos afortunadamente van a continuar pero no con la misma magnitud que teníamos en el pasado.

Y así como a nosotros en el Gobierno Nacional nos ha tocado apretarnos el cinturón ¡y de qué forma!, –porque, por ejemplo, la baja del precio del petróleo le ha significado a los recursos del Gobierno Nacional una disminución de un 20 por ciento que teníamos, al 2 por ciento, y nos hemos tenido que ajustar en un periodo muy corto–, esos procesos de ajuste nos obligan a priorizar, a escoger qué es lo más importante, qué es lo que es más significativo, dónde los recursos producen un mejor retorno.

De manera que esas dos palabras, coordinación con el Gobierno Nacional, con el Gobierno departamental, muy importante, departamentos y municipios, que también estén alineados.

Coordinación y priorización.

Y en ambos frentes ustedes podrán tener la colaboración absoluta y completa                                                          del Gobierno Nacional.

Nos interesa que ustedes tengan todos los instrumentos, toda la información, para poder hacer una buena coordinación. Nos interesa que tengan toda la información para poder hacer una buena priorización.

Porque si ustedes priorizan bien y coincidimos en las prioridades, los resultados se van a dar mucho más fácilmente.

Por ejemplo, en la lucha contra la pobreza extrema todos los municipios tienen ese objetivo, luchar contra la pobreza, más equidad. Nosotros ya tenemos identificados en dónde, en qué tipo de sector o inversión, se pueden producir los mejores resultados para ‘graduar’ al mayor número de familias de la pobreza extrema, sacarlos de la pobreza extrema.

Esa experiencia ya la tenemos. El DPS, el Plan de la Red Unidos, lo que yo le he llamado mi ejército social, que está en todos los municipios, ellos van a ser unos grande coequiperos. Y ellos ya tienen la información. Que si en tal municipio hacemos una inversión en mejorar la vivienda, el impacto sobre la pobreza va a ser mucho mayor que si esa misma inversión se hace, por ejemplo, en pavimentar una calle.

Y ese tipo de información es muy útil para poder priorizar, para poder coordinar y por consiguiente, para poder obtener mejores resultados.

Es muy importante que ustedes sean conscientes de lo que decía al principio, del momento histórico que estamos viviendo.

El mundo está sufriendo una evolución muy compleja. Ustedes ven en las noticias cómo en la otra fase del planeta no hay sino conflictos que están creciendo.

Por fortuna aquí en Colombia tenemos un conflicto que, en lugar de estar creciendo, esta es desapareciendo. Ese conflicto armado, el único conflicto armado –¡el único– que todavía subsiste en el hemisferio occidental, el más viejo además, uno de los más crueles, que ha producido más 7 millones y medio de víctimas, ese conflicto armado lo estamos acabando.

Esa ha sido una de mis prioridades, tal vez la más importante, desde el primer día de mi Gobierno, desde el 7 de agosto del año 2010, cuando dije que la llave de la paz –allá en la plaza de Bolívar– no la habíamos votado al mar. Que ahí la teníamos lista a abrir esa puerta, esa ventana. Y buscar la paz.

Y hemos hecho eso desde el primer día. En un camino complejo, un camino difícil,  pero un camino absolutamente necesario.

Muchos de ustedes vienen de las zonas de conflicto. Ustedes son los que más aprecian lo que podría significar la paz, lo que podría significar vivir sin el conflicto armado, las oportunidades que se abren si silenciamos los fusiles.

Y el país entero ya está comenzando a entender que ese es el camino. Que el camino de la guerra no va a llevarnos a ningún lado. Que va a significar más sufrimiento, más víctimas, más atraso, más pobreza. Porque eso es lo que las guerras aquí o en cualquier parte del mundo producen: sufrimiento, dolor, pobreza, atraso.

Y si nosotros hemos podido avanzar en medio del conflicto –alguien lo comparaba como manejar un camión, un bus con el freno de mano puesto– a pesar del conflicto hemos venido avanzando, pero imagínense ustedes lo que este país podría ser si le quitamos ese freno de mano y metemos el acelerador en el desarrollo y en el progreso de nuestra Patria.

Por eso he venido perseverando buscando esa paz. Y como decía, no ha sido fácil. Mucho más fácil hacer la guerra, es más popular. Liderar un país en guerra no tiene dificultades. Muestra uno los trofeos, le pide uno a la población que lo acompañe, muestra uno al enemigo, lo sataniza y ahí está el liderazgo.

En cambio cuando uno busca la paz, se requiere un liderazgo de diferente tipo. Un liderazgo que sea capaz de cambiar actitudes, de cambiar sentimientos, de enseñarle a una persona a perdonar, demostrarles a dos enemigos que la reconciliación es mejor que seguir matándose. Eso es más difícil, pero como todo en la vida, lo más difícil generalmente produce los mejores resultados.

Hemos venido avanzando en ese proceso de paz como nunca antes. Ya tenemos prácticamente cuatro de los cinco temas que nos propusimos resolver en la agenda preestablecida acordada.

El primer tema tiene que ver muchísimo con muchos de ustedes, con la mayoría: el tema del desarrollo rural integral, el tema de nuestro campo, de cómo vamos a poder aprovechar de la mejor forma posible ese gran potencial, que precisamente por el conflicto armado no hemos podido aprovechar.

Vengo de Europa, llegué ayer en la madrugada. Allá me decían: Presidente, el mundo tiene unos grandes desafíos. Un desafío inmediato que se está negociando en este momento allá en París es cómo detener el cambio climático, cómo evitar que aumente la temperatura del mundo.

A nosotros los colombianos sí que nos interesa que el mundo –por eso hemos sido tan activos en esa discusión–, que el mundo sea capaz de tomar una decisión en esa dirección. Porque nosotros somos de los países más vulnerables frente al cambio climático.

Ya lo hemos sufrido. Cuando llegué yo al poder, 7 de agosto del 2010, lo primero que hice al otro día fue irme a La Mojana a ayudar a los damnificados, más de 3 millones y medio de esa ola invernal, que fue una de las peores, tal vez la peor, ola invernal, el peor desastre natural que hemos tenido en nuestra historia.

¿Producto de qué? Del cambio climático.

De manera que ese es un desafío.

El otro desafío que me decían, y donde Colombia también es muy importante, cómo vamos a alimentar el mundo, un mundo que está creciendo y un mundo donde la oferta de alimentos es cada vez más precaria.

Me lo dijo también el Primer Ministro Chino cuando estuvo aquí hace unos meses. Me decía somos más de mil millones de chinos y solamente producimos el 40 por ciento de lo que consumimos. Y estamos muy preocupados. Porque la India crece, Indonesia crece, el mundo crece y quién va a alimentar esas personas.

Y Colombia es uno de los pocos países, uno entre siete países, que tiene un gran potencial para aumentar su producción de alimentos, ahí hay una oportunidad enorme.

Y ayer precisamente, ayer en la tarde, el doctor José Antonio Ocampo, exministro de Agricultura, entre otras cosas, y un grupo de muy destacados colombianas y colombianos expertos en el tema agropecuario, en el tema agrícola, en el tema del desarrollo rural, nos entregó las conclusiones de lo que hemos denominado la misión rural, la hoja de ruta para reivindicar el campo colombiano para los próximos años.

Y cuando uno veía el resumen de esas conclusiones, que son unos documentos muy completos, y la comparaba por ejemplo con el punto número uno de La Habana de desarrollo rural integral, prácticamente era lo mismo. Las necesidades son las mismas, los municipios necesitan más vías terciarias, más presencia de colegios, más presencia de puestos de salud, más bienes públicos, más proyectos productivos.

Y si hay una prioridad en el llamado posconflicto es esa, porque dentro de los objetivos del Gobierno, las prioridades de que les hablo, la equidad, la lucha contra la pobreza y contra la desigualdad ha sido siempre, al lado de la paz, una prioridad.

Por eso ustedes me han escuchado con tanta frecuencia, yo quiero un país en paz, un país más equitativo, un país mejor educado. Los tres están interrelacionados. No es posible tener un país en paz con esas desigualdades tan aberrantes que todavía mantenemos en Colombia.

Y la educación es la forma más efectiva para generar igualdad de oportunidades.

Si todos tenemos claro esos conceptos y esas prioridades, podremos ir caminando en la misma dirección.

Y el campo colombiano, que concentra la pobreza en Colombia, la pobreza extrema –porque la pobreza extrema y la pobreza en el campo es mucho más alta que en las ciudades–, pues allá tenemos que focalizar nuestros esfuerzos.

Porque los resultados van a ser mayores, el retorno social va a ser mayor. Y ahora tendremos la oportunidad, porque si ponemos fin al conflicto, que ha sido la razón para no invertir en el campo, pues ahí se nos abre una ventana inmensa de oportunidades.

Y ya tenemos la hoja de ruta, ya sabemos qué hacer. Y ahí es cuando tenemos que unirnos para hacerlo juntos.

Para que en cada municipio se priorice.  ‘Esta vía terciaria debe ser la principal, la más importante, antes que esta otra, por el efecto que tiene, por ejemplo en la producción agropecuaria de ese municipio’.

‘Este colegio que se va a construir o estas aulas que vamos a añadirles a este colegio, mejor hacerlo aquí primero, antes que en este otro sitio, porque ahí se requiere con más urgencia y el retorno va a ser mayor’.

Ese es el tipo de decisiones que ustedes, queridos alcaldes, alcaldesas, los gobernadores y gobernadoras, tienen que tomar.

Y tomémoslas juntos, con todo el respaldo nuestro.

Y en esa agenda que estamos allá discutiendo en La Habana, el desarrollo rural es fundamental pero también hay otros aspectos.

La paz es una paz que se hace en los territorios. Cada territorio tiene sus propias condiciones, sus propias características. No es conveniente ni es adecuado una norma estándar para todo el mundo. Es diferente el conflicto en Nariño que el conflicto en el Vichada.

Por consiguiente ustedes tienen que ser mis socios, los socios fundamentales, de ir construyendo esa paz de abajo hacía arriba, de las regiones hacía el centro, no del centro hacía las regiones.

Y eso también se hace con dialogo, con comunicación, con coordinación. Y qué mejores socios para eso que ustedes.

Por eso digo también que aquí hay unas oportunidades que no habíamos tenido nunca, de reunir a las comunidades a que ellas opinen también, que se sientan partícipes de esta paz, que se sientan partícipes del progreso, que se sientan partícipes de las decisiones de dónde priorizar, de cómo coordinar.

Eso puede cambiar fundamentalmente la forma de progresar de nuestro país. Y cambiarlo para bien. Nos va a permitir despegar con mucha más fuerza.

Pero sin ustedes eso no será posible.

Por eso, todo esto que están haciendo de prepararse para el día en que asuman,  para poder ir avanzando en la ejecución de los proyectos, en la implementación de los acuerdos de paz, todo el tiempo ganado precioso.

Sé que aquí ha estado el Gobierno, buena parte de los ministros, Planeación Nacional, diciéndoles cómo les podemos ayudar.

Un tema fundamental, la estructuración de los proyectos. Tema que inclusive en el Gobierno Nacional estábamos muy atrasados.

Nosotros no teníamos la cultura de estructurar proyectos. Y si no lo tenía el Gobierno Nacional, mucho menos los gobiernos departamentales, o municipales.

Cambiamos ese paradigma, cambiamos la forma de contratar.  Dijimos no se pueden contratar proyectos que no estén bien estructurados para que no se queden en la mitad del camino, para que no acaben costando dos, cinco, diez o veinte veces más, hay que tenerlos bien estructurados.

Por eso, porque hicimos las cosas correctamente, hoy podemos comenzar a mostrar esa gran revolución que hemos hecho en materia por ejemplo, de las concesiones de Cuarta Generación, de las vías que estamos construyendo, que hasta ahora estamos comenzando realmente a construirlas, porque nos demoramos un tiempo –una demora muy bien utilizada– para estructurar los proyectos.

Lo mismo deben hacer ustedes en el nivel municipal y en el nivel departamental: estructurar bien los proyectos.

Planeación ya les dijo que tenían inclusive unos prototipos de proyectos para ciertas inversiones, que simplemente si ustedes lo asumen, se ahorran la plata de estructuración y el tiempo. Y pueden comenzar a ejecutar lo más rápido posible.

Y no se les olvide que dentro de las muchas definiciones del arte de gobernar está la de: gobernar es ejecutar.

Si no ejecutan no hay resultados. Si no ejecutan, nadie se va a beneficiar de las acciones del Estado.

Y a nosotros nos interesa que ustedes ejecuten.

Por eso, considérense aliados y socios en ese propósito. Y todos los ministerios, Planeación Nacional, todo el Gobierno, estarán a su disposición para ayudarlos también en ese frente.

Pero hay algo que yo quisiera pedirle a ustedes en este momento muy importante: la paz requiere mucha pedagogía. El tema de este Seminario es la paz.

Construir paz, como lo decía, no es un ejercicio fácil.

Pero requiere, sobre todo, que se le explique muy bien a la gente los beneficios de esa paz. Sobre todo, un país que ha vivido 50 años en guerra.

Para mucha gente vivir en guerra se volvió un estado normal. Para mucha gente ver en los periódicos los titulares sobre muertos aquí, muertos allá, es algo que ni les va ni les viene. Es que así es el país.

Inclusive los propios periodistas, los propios periódicos, ya cualquier enfrentamiento cualquier matanza la relegan a una tercera o a una cuarta página si acaso. ‘Eso es lo normal’.

Pues no es lo normal. Lo normal es vivir en paz. Lo normal es que nos pueda conmover un sólo muerto. Y ahí es donde la pedagogía se vuelve fundamental.

El proceso de paz que estamos adelantando ha sido blanco de muchas críticas. Muchos enemigos se han dedicado a desinformar, a utilizar ese instrumento vil y mezquino en la política, que es el miedo, para manipular la mente de la gente.

Para decir ¡ojo con la paz! Que la paz le va a traer algo muy malo.

Y el miedo es muy poderoso. A través de la historia se ha utilizado con mucha efectividad.

El antídoto contra ese tipo de campañas es la pedagogía, es la verdad, es explicarle a la gente que es mejor vivir en paz que vivir en guerra.

Y ahí es donde yo les voy a pedir a ustedes su ayuda.

Todos ustedes aquí presentes son líderes, si no, no estarían aquí. Van a ser líderes en sus municipios, en sus departamentos. Líderes en muchos frentes. Les va a tocar liderar las políticas de seguridad donde el Gobierno va estar muy interesado en trabajar con ustedes. Para darle cada vez más seguridad ciudadana, seguridad al ciudadano de a pie, a todos sus habitantes.

Van a ser líderes en el desarrollo económico, en el desarrollo social. Tienen credibilidad, de otra forma no los hubieran elegido.

Y lo que yo les pido a ustedes, humildemente pero con pasión, porque los necesito, es que me ayuden hacer esa pedagogía de la paz, que no es difícil, no es difícil.

Es decirle a la gente miren, el país va a tener una decisión.

Ayer la Cámara de Representantes aprobó en el último debate el plebiscito que se presentó como fórmula de refrendación.

Esa fórmula de refrendación no fue algo que surgió de manera espontánea. Fue algo pensado, algo planeado, analizado.

La refrendación fue un compromiso que yo adquirí con el pueblo colombiano desde el primer día en que dije que iba a iniciar un proceso de paz. Y lo hice con convicción, porque es tan importante ese paso que se da de hacer una transición de la guerra de 50 años de la paz, que requiere la mayor legitimidad posible.

Y por eso dije lo que se acuerde será sometido a refrendación por parte del pueblo colombiano.

Mucha gente me advirtió que no lo hiciera, que no estaba obligado, que en muy pocos países eso se ha hecho, que corría muchos riesgos. Y yo dije no importa, creo que es lo correcto.

Muchas veces, queridos alcaldes, alcaldesas, uno tiene que hacer es lo correcto,  no lo popular, no lo conveniente; lo correcto. Y lo correcto es someter al pueblo colombiano lo que se acuerde en La Habana.

Y ese plebiscito que ayer se aprobó y que va a ser estudiado por la Corte Constitucional, le va a dar la oportunidad a los colombianos de expresarse sobre el paquete que salga de La Habana.

Y el paquete –porque eso es un acuerdo integral, no es un acuerdo por pedazos–, es lo que la gente tiene que entender qué es lo que más le conviene al país.

Habrá aspectos negativos que no nos gustan. La paz tiene precio. A muchos puede no gustarles que las Farc se conviertan en partido político. Pero es que el propósito de un proceso de paz es precisamente ese, que dejen las armas y continúen su lucha ideológica por la vía legal, sin violencia.

A muchos no les gustará que les den beneficios jurídicos. Pero es que entregar las armas a cambio de qué, ¿a cambio de pudrirse en una cárcel por el resto de la vida? Pues van a preferir morir en el monte.

Todo proceso de paz tiene su precio.

Pero lo que yo estoy absolutamente convencido es que ese precio es mínimo frente a los beneficios que significa terminar el conflicto armado y comenzar a construir esa paz tan anhelada por los colombianos.

Y el plebiscito nos va a dar la oportunidad a todos de ponerle al pueblo colombiano ese dilema, esa escogencia, esa decisión.

¿Quieren, ustedes colombianos, esta paz con estos costos? Sí la paz tiene costos, pero ahí está. ¿O prefieren ustedes continuar la guerra durante 20, 30 años más?

Y comparar los beneficios de la paz. Porque los costos son mínimos frente a esos enormes beneficios.

Muchos de los departamentos aquí representados van a crecer al 8, al 9 por ciento. Los estudios de las diferentes universidades, ayer mismo lo veíamos,  porque son departamentos que nunca han tenido inversión o regiones, zonas de los departamentos, que han tenido inversiones pero que esas inversiones no han llegado, simplemente porque allá está presente el conflicto armado.

Saca uno ese obstáculo viene la inversión y viene el progreso, viene la prosperidad.

Eso es lo que hay que explicarles a los colombianos.

Y yo les diría queridos alcaldes y alcaldesas, gobernadores y gobernadoras, que podemos convertir ese momento, momento del plebiscito, en algo inclusive más importante que va más allá de simplemente decir sí o no a un proceso de paz.

Que lo convirtamos en un momento histórico de reconstruir nuestra nación sobre unas bases mucho más sólidas, sobre un país en paz, que aprovechemos ese momento para despegar con mucho más ímpetu, con mucha más fuerza.

Cuando uno estudia la historia de la humanidad, de las naciones, esas naciones que han logrado despegar hacía ese panorama de éxito, de prosperidad, de equidad, se da cuenta que en algún momento de la historia de esas naciones esas sociedades, esos pueblos, aprovecharon una coyuntura, se aferraron a un momento especial para unirse, para identificar los grandes objetivos y trabajaron juntos para lograrlo.

Lo que yo quiero –y ustedes pueden ser los protagonistas de ese gran salto– es que aprovechemos ese plebiscito para convertir ese momento en el momento del gran cambio para Colombia y que dejemos atrás, no solamente, estos años de violencia. Que no han sido 50; han sido 200 años de violencia. Este país ha vivido en guerra prácticamente desde su independencia. ¡Con semejantes riquezas que tenemos, con semejante potencial!

Nosotros podemos, ahí sí como dicen, hacer maravillas si nos unimos todos.

Porque repito, si hemos logrado lo que hemos logrado –hoy estamos con la camiseta amarrilla en toda la región en materia de crecimiento económico, de generación de empleo, de lucha contra la pobreza y la pobreza extrema, en medio del conflicto–, imagínense ustedes lo que podríamos hacer sin ese freno, sin ese obstáculo.

De manera que, de aquí a cuando se presente el plebiscito –yo pensaría que a mediados de año–, lo que yo quisiera es poder trabajar con ustedes y que ustedes me ayuden a hacer esa pedagogía.

Y que simultáneamente vayamos preparándonos para construir ese nuevo país, vayamos priorizando los proyectos, vayamos encontrando la fuente de las inversiones, los recursos; vayamos creando esas sinergias.

Al fin al cabo todos estamos aquí es para poder darles más prosperidad, más oportunidades a la gente, a los ciudadanos a todos los ciudadanos, que están mirándonos, mirándolos a ustedes con una gran expectativa.

No se imaginan –yo lo sé, lo siento–, lo que todos los municipios de Colombia están soñando.

Vienen nuevos alcaldes. Siempre esos cambios de gobierno generan unas expectativas muy altas. No las defraudemos.

Ustedes me tendrán como socio, como aliado para que no sea así, todo lo contrario –y creo que podemos hacerlo–, para que sobrepasemos esas expectativas, para que podamos darle al pueblo colombiano lo que el pueblo colombiano se merece: buen gobierno, buenos resultados, unos mandatarios comprometidos realmente con ese progreso de esta nación.

Y para poder lograr eso entonces tenemos que quitarnos ese bozal. Tenemos que finiquitar el conflicto armado.

Y –yo con esto termino– ustedes tendrán algo que les debieron dar al principio, que es una banderita como esta.

Esta banderita o este papelito, tiene un gran significado. Les voy a hacer un poco de pedagogía sobre qué hacer con esto.

Les decía que la paz se construye desde las regiones. Y la paz se construye también dialogando, conversando, como lo estamos haciendo en La Habana. Se construye enfrentando una víctima con un victimario; que se digan lo que sienten, que busquen cómo reconciliarse conversando.

Pues bien, tenemos que juntos hacer un ejercicio para pensar cuáles son los temas más importantes para lograr la paz en sus respectivas regiones, en sus respectivos municipios. Porque por eso decía, la paz en Nariño es diferente a la paz en La Guajira; la paz en el Chocó es diferente a la paz en el Guainía. Cada uno tiene unas condiciones especiales, unas necesidades especiales.

Y lo que nosotros queremos hacer es que la paz deje de ser una política identificada con el Gobierno o con el Presidente. La paz no es mía, nunca ha sido y nunca será. No es de mi Gobierno, no ha sido ni nunca será.

La paz es de todos los colombianos, la paz es de ustedes. Tienen que apropiarse y cada colombiano tiene que apropiarse de esa paz, sentir en alguna forma que está contribuyendo, que está poniendo su granito de arena.

Por eso el ejercicio que queremos hacer es tener una gran conversación sobre la paz, donde ojalá todos los colombianos participen por todos los medios posibles.

Ustedes pueden ser los primeros que dan ese paso en esa conversación. Si de pronto escriben lo que se les venga a la cabeza de cómo lograr la paz desde la óptica de cada uno de ustedes, bien sea personal, bien sea de la ciudad, del municipio, del corregimiento.

Cómo la paz es preparar mejor a los maestros de la escuela, por ejemplo. La paz es organizar muy bien el retorno de los desplazados.

Hay unas N mil ideas que se le pueden a uno ocurrir.

Qué bueno para la paz sería que en los buses del colegio les dieran música, cualquier cosa que se les ocurra.

Pero iniciamos esa conversación y ponemos al país entero a dar sus ideas, por locas que suenen. Muchas veces las locuras son las que realmente cambian el mundo.

Entonces los invito es a que pongan sus sentimientos, lo que les salga del corazón, qué creen ustedes que se requiere para lograr la paz desde su propia óptica.

Esa es la conversación más grande del mundo, la que queremos hacer. Y ustedes son los primeros en participar en esa gran conversación.

Pero para poder dejar el conflicto y dar la vuelta a esta dolorosa página, necesitamos primero decirle adiós, adiós a la guerra.

De manera que démosle ese adiós a la guerra y comencemos esta gran conversación.

Muchas gracias a todos ustedes.