Se acabó juego sucio con el agua, iniciamos era de energías limpias
Por José David Name Cardozo
Senador de la República Partido de La U.
Elaborado por la Unidad de Planeación Minero Energética, Upme, el Ministerio de Minas y Energía presentó hace pocos el nuevo Plan de Expansión y Generación Eléctrica 2015 – 2019, del cual se dice que trae como novedad el énfasis en la producción de energías limpias.
Como autor y ponente de la ley de energías limpias 1715 de 2014 en el Congreso de la República, me complace que ahondemos en el tema como parte de una política de Estado, particularmente en momentos en que el país abraza la posibilidad de un apagón eléctrico.
Dios quiera que no, pero si en abril no llueve las reservas de agua se harán más escasas y Colombia tendrá que acudir a los racionamientos de energía y probablemente al mecanismo de adelantar la hora, como lo ha sugerido el exministro Amilkar Acosta Medina.
Pero podríamos estar dependiendo menos del agua y estaríamos en mejor capacidad de enfrentar el Fenómeno de El Niño, si hace dos años hubiésemos tenido la capacidad de reglamentar con inmediatez la ley de energías limpias. Pero no. Hubo intereses superiores a la simple voluntad del Ministro de turno, empezando por sus propios subalternos aliados con sectores que lo que menos quieren es el desarrollo de las energías limpias.
¿Cómo operan? Sencillo. Desde uno de los viceministerios, la Creg y Acolgen (Asociación Colombiana de Generadores) le apuestan a la consolidación del cartel del agua, es decir, al manejo sesgado de las reservas hídricas para lucrarse a su antojo, manipular el mercado y tener siempre al país con una espada de Damocles sobre su cabeza, por el prurito de que los embalses operan con unas palancas por fuera del alcance de quienes pretenden la energía para beneficio colectivo y no para unos cuantos sectores de la hidroelectricidad.
Con base en el nuevo Plan de Expansión en Transmisión y Generación que va hasta el 2029, considero que llegó el momento de parar el juego sucio del cartel del agua para iniciar la era de las energías limpias, que nos servirán dentro del propósito de incentivar renovadas fuentes de producción de energía a costos más económicos tanto para el inversionista como el usuario final y tener una relación más amable con nuestro medio ambiente.
En materia de generación, para “el período 2021- 2029 se requerirá un incremento de la capacidad instalada del país y dentro de las opciones contempladas se identificó una expansión que incluye la instalación de nueva capacidad hidroeléctrica y una proyección de crecimiento de plantas menores”, según el gobierno nacional.
Con base en este postulado, la Upme trabajó en el diseño y formulación de 8 escenarios que integran diferentes fuentes de generación eléctrica, desde las tecnologías tradicionales como las plantas térmicas a base de carbón e hidroelectricidad, hasta la incorporación de fuentes renovables no convencionales como la producción eólica, ubicada principalmente en La Guajira, la geotermia, la biomasa y la generación solar fotovoltaica, tal como lo dispone la ley 1715 del 13 de mayo de 2014.
Nos satisface tal determinación, pero no dejamos de sentir un resquemor producto del retraso de dos años que tenemos en la reglamentación de la ley de energías limpias, porque esos 24 meses sirvieron para que continuara reinando la mafia del agua en el país cuando hubiésemos podido contrarrestarla con fuentes renovables no convencionales. Desafortunadamente dejamos de hacer uso de un instrumento legal de inmensos y múltiples beneficios para el panorama energético nacional.
El Ministro Tomás González Estrada nos ha explicado que para la identificación de opciones orientadas a diversificar la matriz de generación de energía eléctrica, se estableció que dichas fuentes renovables no convencionales podrían implicar un beneficio para la demanda, dependiendo del porcentaje de penetración, brindando de paso confiabilidad y desplazando generación más costosa.
De acuerdo con las obras de transmisión definidas en el plan que demandarán una inversión de 167 millones de dólares, la infraestructura para interconectar los 3.131 megavatios eólicos que se proyectan desarrollar en La Guajira tienen un costo aproximado de 700 millones de dólares. Se contempla que los proyectos eólicos aumenten la capacidad de generación en un 20%, una quinta parte de la capacidad de energización actual con una fuente renovable diferente al agua. Estoy convencido de que frente a la coyuntura presente y futura lo que más nos conviene es el desarrollo de las energías limpias, con cooperación internacional. Por favor visite www.josedavidname.com o escríbame a jname@josename.com