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Mensaje del Papa con acentuada carga política en su homilía Pascual​

  • Apeló a los países del mundo a la solidaridad y a la unión contra la Pandemia del COVID -19.
Por Karel
El Papa Francisco dio fin este domingo de Pascua a una Semana Santa bastante singular. Ofició la ceremonia litúrgica desde la Basílica de SanPedro sin público por efectos de la pandemia de ​ Coronavirus, sin dejar su tono político en la homilía.​
Hizo un llamado a todos los​ líderes​ del mundo en aras de la unidad, para que enfrenten de manera solidaria los​ desafíos cruciales actuales, dejando a un lado indiferencia, egoísmo, división y olvido.​
“Este no es el tiempo de la indiferencia porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para vencer la pandemia”, dijo​ Francisco​ en su mensaje pascual.​ Asimismo pidió reducir o condonar la deuda a los países más pobres y “soluciones prácticas e inmediatas” para Venezuela.
Habló de la “dura prueba” que somete a las familias al inminente peligro del Coronavirus.
Y recalcó que la resurrección de Cristo significala victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no ‘pasa por encima’ del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios.
 
Se refirió con tristeza y cercanía a los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran por ellosQue el Señor de la vida acoja consigo en su reino a los difuntos, y dé consuelo y esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente​ a los ancianos y a las personas que están solas”
​ “Que conceda su consolación y las gracias necesarias a quienes se encuentran en condiciones de particular vulnerabilidad, como también a quienes trabajan en los centros de salud, o viven en los cuarteles y en las cárceles”.
Alentó y agradeció a los​ médicos, enfermeros y quienes trabajan para garantizar los servicios esenciales, a las fuerzas del orden y militares, ​ que en muchos países han contribuido a mitigar las dificultades y sufrimientos de la población.
Invitó a todos, que permanecen en sus casas por aislamiento social , a la reflexión y al disfrute de la compañía de sus familiares:​ “Es para muchos un tiempo de​ preocupación por el futuro que se presenta incierto,​ por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la​ crisis actual​ trae consigo”.
De igual nanera se refirió a quienes tienen responsabilidades políticas a “trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas”.

“Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia”,​afirmó, al exhortar que​ Jesús​ resucitado conceda esperanza “a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar”.

Llamó especialmente a​ Europa,​ en este momento dividida entre los países del sur, como Italia y España que claman por​ coronabonos​ para enfrentar la emergencia, y los del norte como Holanda y Alemania, que se oponen, a la unidad.​ Después de la Segunda Guerra Mundial, este amado continente pudo resurgir gracias a un auténtico espíritu de solidaridad que le permitió superar las rivalidades del pasado.​ Es muy urgente, sobre todo en las circunstancias actuales, que esas rivalidades no recobren fuerza, sino que todos se reconozcan parte de una única familia y se sostengan mutuamente. Hoy​ la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico,​ del que dependerá no sólo su futuro, sino el del mundo entero”, advirtió.

Al recordar que tampoco es tiempo de división, llamó a “un​ alto el fuego global​ e inmediato en todos los rincones del mundo, a no fabricar ni vender más armas y a poner fin a añejos conflictos”.

Pidió además por los numerosos migrantes y refugiados del mundo. Y por Venezuela: ​ Que el Señor permita alcanzar soluciones prácticas e inmediatas en Venezuela, orientadas a facilitar la ayuda internacional​a la población que sufre a causa de la grave coyuntura política, socioeconómica y sanitaria”, solicitó.

“Queridos hermanos y hermanas: Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre!”

“Que sea el Señor Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida. Que él, que ya venció la muerte abriéndonos el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce ocaso. Con estas reflexiones,​ les deseo Feliz Pascua”.​

Finalmente el Papa impartió la bendición “urbi et orbi”, a la ciudad y al mundo.