La frase popular de que “el Amor es ciego” es cierta, según científicos
- Y puede crear adicción como una droga
“El amor no es una emoción, sino un impulso, una necesidad fisiológica para el ser humano”, afirma Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey) que lleva dedicándose a la investigación del amor más de 30 años.
- Ese impulso llamado amor surge cuando el cerebro se inunda de feniletilamina (anfetamina que segrega el cuerpo) a lo que responde liberando neurotrasmisores como dopamina, norepinefrina y oxitocina. También bajan los niveles de serotonina y se libera adrenalina, que inunda el torrente sanguíneo haciendo que aumente el ritmo cardiaco.
La mezcla de estas sustancias hace que se creen vínculos emocionales con la otra persona y aparezcan los típicos síntomas del enamoramiento: se acelera el corazón, empiecen los nervios y lleguen las mariposas al estómago.
- El amor crea adicción, es como una droga.
Todos conocemos a alguien que es incapaz de estar solo, que solapa una relación con otra. ¿Por qué pasa eso? Hay una explicación científica: cuando se está enamorado la dopamina que se libera empieza a desplegar sus efectos. La euforia, el deseo, la satisfacción, el placer y la plenitud son consecuencia de la acción de esta hormona o neurotransmisor, que activa las mismas áreas cerebrales que el alcohol, el tabaco y otras sustancias adictivas.
- El amor a primera vista existe.
Estás en un café, en el metro o vas por la calle y de pronto te cruzas a alguien y piensas: “me acabo de enamorar”. Si eres hombre posiblemente tengas razón, pero si eres mujer las cosas cambian.
- La antropóloga Helen Fisher ha comprobado que las mujeres cuando se enamoran empiezan a segregar dopamina y activan partes del cerebro encargadas de la memoria y la rememoración. Por eso, ellas tardan más en enamorarse, porque necesitan más interacción con la otra persona.
En el caso de los hombres activan las zonas del cerebro que responden a los estímulos visuales. Para ellos el aspecto físico desencadena la liberación de esa sustancia y por eso suelen enamorarse más rápidamente que las mujeres.
- A esto se sumaría la teoría evolucionista según la cual los hombres buscan una persona con la que sea efectivo tener descendencia sana y así asegurar que su información genética pasará a la siguiente generación. Las mujeres, por el contrario, intentan buscar que sea un buen compañero para la crianza de los descendientes.
Atraen las personas guapas y misteriosas.
Que te cruces con esa persona puede ser casualidad, pero que te fijes en ella no. Que te parezca guapa y atractiva también depende de la Ciencia, “nos enamoramos de personas que resultan misteriosas”. Esto se debe a que el misterio está asociado con la novedad y ésta a su vez con la dopamina.
- Los seres humanos nos sentimos atraídos por la simetría. Esto quiere decir que las caras simétricas activan las áreas cerebrales implicadas en el enamoramiento.
Ignacio Morgado, catedrático en Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor del libro Emociones e Inteligencia Social, defiende otro aspecto relacionado con la simetría, o más bien con las proporciones.
Según el científico “Los varones de prácticamente todas las culturas se sienten especialmente atraídos por la figura femenina cuya relación entre el diámetro de la cintura y el de la cadera es 0,7. Poco importa el peso del cuerpo si esa proporción se mantiene. El 0,7 es el modelo ideal desde la perspectiva masculina”
Nos obsesionamos con la otra persona.
Sí, es amor. Pero también un poco de obsesión. Que no puedas sacarte de la cabeza a la otra persona y que te acuerdes del más mínimo detalle de la primera cita, a priori puede parecer una locura, pero tiene su explicación.
“El enamoramiento lo producen las sustancias que fabrica su cerebro: el alto nivel de norepinefrina produce euforia y pérdida del apetito mientras el bajo nivel de serotonina tiene que ver con la obsesión de estar con el amado”, explicaba Helen Fisher en una entrevista concedida a la revista Muy Interesante.
El amor es ciego.
Y esta frase tan popular, es cierta. La razón es que “la pasión inicial se caracteriza por las desactivación de regiones del cerebro como la corteza frontal, implicada en la lógica y el razonamiento”, afirma la antropóloga . De ahí que se diga que el amor es ciego.
- Amores prohibidos son los más queridos.
Cuántas historias habremos escuchado de amores imposibles, frustrados, en los que los protagonistas sufren por no estar con la otra persona. ¿Por qué no pasan página y les cuesta superarlo? Pues parece ser que no es porque no quieran sino porque no pueden.
- La dopamina, la sustancia que se libera al enamorarse, también se asocia con la motivación y las conductas para alcanzar un objetivo concreto. Percibir el impedimento aumenta los niveles de dopamina. Si surgen obstáculos aumenta la necesidad de conseguir el objetivo y los sentimientos se intensifican. Por eso, cuanto más se prohibe ese objetivo más atractivo resulta (efecto Romeo y Julieta).
“No es de extrañar por tanto que los amantes crucen continentes para abrazarse unos pocos días o que cambien de trabajo o incluso mueran el uno por el otro, cuando el sistema se activa poco podemos hacer”
- Cuando la llama se apaga
“Ya no es como antes”, “hemos caído en la rutina”, “la ilusión no es la misma”… Son frases que suelen oírse en parejas consolidadas y no les falta razón.
Según Eduardo Calixto, jefe de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, en National Geographic , “el paso del tiempo hace que los receptores de dopamina empiecen a perder sensibilidad. En un periodo de tres años dejarán de responder al estímulo y desaparece esa sensación placentera de enamoramiento. Su sustituta es la oxitocina que está relacionada con la sensación de apego”.
Esto explica que el sentimiento cambie, las emociones no sean las mismas: se sale de esa fase de enamoramiento, a la que Helen Fisher llama amor romántico, y se pasa a una fase más calmada en la que, si la relación no está construida en algo más que en el enamoramiento y la atracción sexual, la llama se apaga.
- Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Según Helen Fisher “cuando rompen con nosotros, experimentamos la llamada “atracción de la frustración”, significa que volvemos a sentir la pasión que no había al final de la relación amorosa.
- Así, es normal que la persona que no decide dejar la relación, aunque ésta ya estuviera rota, intente por todos los medios recuperar a su pareja porque en el momento de la ruputura se activa el área del cerebro que segrega la dopamina. Es decir, actúa igual que al principio de la relación, igual que el primer día”.
Romper fotos y quemar las cartas ayuda.
Deshacerse de las cosas que te recuerdan a la otra persona para olvidarla probablemente sea un hábito que se practica desde que el mundo es mundo. Alguien que nunca lo haya hecho puede pensar que se trata de una reacción de despecho. Que la persona que ha sido dejada se líe a romper las cosas y las fotos que le recuerdan al otro porque está dolida. Puede ser en algún caso, pero lo cierto es que generalmente es una forma de protegerse.
- Como dice Fisher, el amor crea dependencia. Esto hace que para pasar página y para superar la ruptura haya que cortar de raíz. Igual que cuando se quiere dejar de consumir cualquier sustancia adictiva. Se trata de evitar cualquier cosa que te recuerde a esa persona.
“Yo recomiendo a los que sufren mal de amores el programa de Alcohólicos Anónimos. Suprima de su vida todo lo que le recuerde a su examor. Nada de cartas y no llamar bajo ningún concepto…”, aconsejaba la antropóloga en una entrevista.
- El chocolate es la solución.
Cuando se termina una relación en la fase de enamoramiento el subidón de feniletilamina (esa anfetamina que produce nuestro cuerpo) cae de golpe. Esto hace que la persona piense que no puede vivir sin la otra. Ante esta ausencia es normal que se prepare para pasar sus peores momentos aferrándose al chocolate. Esto se explica porque es un alimento rico en feniletilamina que le hará sentir mejor.
- Del amor al odio sólo hay un paso.
“El amor y el odio están íntimamente relacionados porque producen las mismas sustancias químicas, tienen mucho en común”, afirma Fisher. De ahí la expresión tan famosa. Sólo hace falta un detonante, un pequeño detalle para que pases de un sentimiento al contrario de forma radical.
- Uno ejemplo clarísimo de este tipo de detalles, aunque no tan pequeño, es la ruptura. Es muy probable que en la escala del odio de una persona a la que han dejado de mala manera pase de cero a cien en cuestión de segundos.
Tomado del Huffintong Post
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