En el Día de los inocentes el @Pontifex_es Francisco nos llama a dejar los engaños: @news_vaticano
El Tweet del Papa en la conmemoración de los Santos Inocentes, mártires
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Oremos hoy por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran a causa del hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas”, lo escribe el Papa Francisco en un tweet en la fiesta litúrgica de los Santos Inocentes, mártires, conmemoración de la masacre de niños inocentes ordenada por el rey Herodes el grande en su intento de matar al niño Jesús (Mateo 2,16-18).
Nochebuena, noche del Dios con nosotros
El tweet del Santo Padre, para este 28 de diciembre se inspira en las palabras que pronunció en su homilía en la Misa de Nochebuena de la Natividad del Señor de 2016. “Es una noche de gloria – dijo el Pontífice – esa gloria proclamada por los ángeles en Belén y también por nosotros en todo el mundo. Es una noche de alegría, porque desde hoy y para siempre Dios, el Eterno, el Infinito, es Dios con nosotros: no está lejos, no debemos buscarlo en las órbitas celestes o en una idea mística; es cercano, se ha hecho hombre y no se cansará jamás de nuestra humanidad, que ha hecho suya”.
Noche de luz, signo de la presencia de Dios
Esa noche de luz, según la profecía de Isaías recuerda el Papa, iluminará a quien camina en tierras de tiniebla y envolverá con su luz a todos los hombres porque «un niño nos ha nacido». “Este es el signo de siempre para encontrar a Jesús – precisa el Pontífice – no sólo entonces, sino también hoy. Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios”.
Paradoja de la fragilidad y el poder
Y con este signo, agrega el Santo Padre, el Evangelio nos revela una paradoja, la paradoja del emperador, del gobernador, de los grandes de aquel tiempo, pero Dios no se hace presente allí, puntualiza; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino en la pobreza de un establo; no en los fastos de la apariencia, sino en la sencillez de la vida; no en el poder, sino en una pequeñez que sorprende. “Y para encontrarlo hay que ir allí, donde él está – señala el Papa – es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño”.
El Niño en el pesebre nos interpela
“Por ello, dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre – invita el Papa Francisco – pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos pesebres donde se devora su dignidad: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes”.
El misterio de la Navidad, que es luz y alegría, concluye el Obispo de Roma, interpela y golpea, porque es al mismo tiempo un misterio de esperanza y de tristeza. Lleva consigo un sabor de tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada. Pero sobre todo la Navidad tiene un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece.